La idea de este ensayo es hacer un recorrido entre las distintas representaciones de realidad que han emanado desde la solidificación del uso de distintos tipos de estéticas en el último tiempo para resignificar y ampliar el género del arte. Considerando la incidencia de las diferentes técnicas surgidas con los avances tecnológicos y los soportes virtuales, es que se intentará desarrollar un diálogo entre las definiciones sobre estética, arte, simulacro y realidad. De este modo, en este relato problematizo una de las cuestiones surgidas sobre todo en los tiempos actuales de pandemia y cuarentena, que es la imposibilidad de diferenciar la realidad de la simulación (Berardi), o lo Real de la realidad (Fisher), tomando en cuenta la repartición de lo sensible (Rancière) a partir de discursos que entrelazan estéticas de imagen-texto (Rancière, García Canclini). A pesar de que esto nació desde una inquietud personal asociada a las experiencias de la virtualidad del año pasado, el sentimiento vinculado a la inexactitud del lenguaje y su concreción en la traducción subjetiva sigue en pie. Estas imágenes seleccionadas dan pie a entender que el arte contemporáneo, y más específicamente el que se ha generado estos años durante la pandemia, erige nuevos sentidos de lo que se puede decir con el lenguaje; un lenguaje que va más allá de las palabras y que, por tanto, se mezcla con imágenes para lograr el cometido de llenar los vacíos de una lengua que no alcanza a decir, y donde se resalta el protagonismo del silencio para contrarrestar la saturación de estímulos (Berardi) a los que nos vemos expuestos cada día por la inserción de las tecnologías y el avance sin precedente de la información instantánea de las RRSS.
Con esto es que tomo la definición de simulacro hecha por Franco Berardi (2019) en donde señala que el simulacro es la creación de una realidad segunda que surge a partir de la inserción de la tecnología en la vida cotidiana del ser humano.
Esta creación de una realidad segunda permite que el sujeto se conozca en un plano distinto y cuestione las normas sociales respecto a lo que se entiende por “realidad” puesto que estas tecnologías implican una replicación y recombinación que modifican la forma en que percibimos la realidad. De este modo, se devela esta confusión entre lo real y lo percibido a la que el sujeto se ve arrojado, por lo que se pone en práctica una forma de retratar la pugna entre real y simulación. Esta dificultad de diferenciar lo real de lo simulado, sobre todo cuando la virtualidad se postula como una herramienta de representación de la realidad en la que se ve inserto y debe seguir las estructuras simbólicas propuestas, conlleva a una autopercepción atravesada por lenguajes en código que no permiten decir lo que percibe. Puesto que los lenguajes concretizan las sensibilidades, y atendiendo a que “[l]a igualdad de todos los sujetos es la negación de toda relación de necesidad entre una forma y un contenido determinado” (Rancière 12-13), es que proliferan dentro de los mismos circuitos virtuales estas nuevas, o alternativas, formas de representar la subjetividad.
Por lo tanto, el cambio más grande sería, quizás, encontrar el lenguaje con el cual representar lo Real de la realidad virtual. Respecto a lo Real, Fisher (2009) toma la definición hecha por Lacan, en donde lo Real es un intento de representación que a su vez amplifica un vacío traumático que solo puede ser visto a modo de fracturas en el campo de la realidad aparente. De este modo, Fisher destaca dos conceptos esenciales: lo Real y la realidad aparente, que en Berardi serían lo real y el simulacro, y que se vinculan de tal modo que solo en la simulación o en la apariencia de realidad es que se puede representar, pues lo Real es un «vacío irrepresentable». Así se da cuenta del reparto de lo sensible, en donde lo sensible es un común que se va repartiendo de acuerdo a distintas lógicas sociales; en este caso las prácticas artísticas articulan “maneras de hacer” que subyacen a las normas establecidas y que, a su vez, replican las formas de ser y de hacer visible. Estas maneras de ser y sus formas de visibilidad son las que problematizo a través de imágenes sacadas de la cuenta de Instagram @armocosas, en donde se ofrecen distintos modos de representar ese vacío del que habla Fisher y que conjuga imagen y texto para complementar lo decible y lo visible, entendiendo que “lo que importa es lo que insinúan sin llegar a nombrar” (Canclini s.p.), puesto que la literatura y el arte enuncias voces que provienen de lugares disímiles que, al mismo tiempo, atienden a hacer resonar esas diferencias.
Esta cuenta de Instagram (@armocosas) toma como base pinturas de la época renacentista para resignificarlas en un tiempo en el que la virtualidad se impone como base de sentido, lo virtual que emplea un lenguaje codificado que encapsula experiencias a modo de historias con un tope de palabras y fotografías que muestran el lado más lindo de las vidas de las personas; pero este Instagram insiste en utilizar estas pinturas y traerlas a un presente inmanente, atraviesa la imagen con un texto que evoca una abstracción que dista de hablar de la perfección de la vida virtual. Constituye un discurso donde la sensibilidad es lo primero que se aprecia, se traslada el sentido de la pintura original y se vincula a un discurso propio con lo cual se reinventa y rearticula un sentido nuevo desde ese vaciamiento.
Así, como se puede ver en las imágenes ya presentadas, es que se postula un nuevo modo de hacer discurso en donde se vislumbra el posicionamiento del sujeto frente a los distintos ejes lingüísticos que lo atraviesan para poder construirse desde la autopercepción, haciendo uso de las herramientas visuales y verbales para completar una imagen que es imposible poner directamente en palabras.
Entonces, ¿cómo lo hace el sujeto para decir su individualidad en una era en la que la saturación de información y estímulos sobrepasa un lenguaje que no alcanza a actualizarse con el avance abrumador de las tecnologías?, ¿cómo es que la corporalidad se comprende dentro de la era virtual y se traduce en palabras que no llegan a representar el verdadero sentir?
Las abstracciones del ser desarticulan la posibilidad limitada que proporciona un lenguaje que ciñe con reglas el sentir de subjetividades que no se encuentran dentro de esta nueva era. Resuenan las preguntas que levanta Berardi al momento de cuestionar el lugar de la sensibilidad en un contexto de maquinización y tecnologización de la subjetividad. Entonces, “qué puede [hacer] el organismo consciente y sensible, el organismo humano como organismo individual, como cuerpo, y como cuerpo colectivo. ¿Puede desmantelar los efectos que se producen que se producen en el interior de una simulación? ¿Puede el cuerpo actuar de manera eficaz en el interior de una simulación inmersiva?” (171). Si dentro de la simulación en la que nos encontramos, la corporalidad se ve suspendida, parte de nuestra subjetividad como seres humanos se ve invisibilizada, y es en esta invisibilización que se crean los vacíos de sentido que generan dificultades para representar. Es esto lo que genera una búsqueda, una exploración por distintos modos de elaborar un discurso que permita relacionar imágenes con palabras para conformar sensibilidades que se complementen de manera que se pueda erigir una unidad de sentido de las experiencias individuales y a la vez colectivas (Rancière) en un intento de nombrar la pertenencia.
En esta exploración afloran preocupaciones por entender la realidad más allá de la simulación, o la realidad de la simulación y conjugar nociones implícitas de una subjetividad que había sido dejada de lado. Con la pandemia y la cuarentena, el encierro forzado ha sacado a la luz espacios que habían quedado escondidos por una falsa normalidad en la que el sujeto no alcanza a ser realmente. La autoconsciencia lleva a problematizar y repensar todo aquello que suponía conocido para reformular estas nociones básicas desde una subjetividad que se permite emerger en el espacio privado y, por ende, se acude al enlace de lo visual para compensar la falta de palabras que evoquen el sentido unitario de una sensibilidad que se plantea en la abstracción completa y resuelve representar esa complejidad con el uso de las texturas, los colores y los objetos. Es el protagonismo de lo silente, aquello que no dice pero significa, lo que completa la representación.
El silencio es el fiel aliado en un espacio de infoestimulación, es el puente que se levanta para unir el espacio privado con la exposición de las tecnologías virtuales que, como indica García Canclini citando a Merleau-Ponty en su texto sobre las fronteras del arte, la palabra necesita del silencio para añadir nuevas dimensiones sígnicas y para exaltar sentidos que, de otra manera, no tendrían cabida en lo concreto del lenguaje. El silencio, por tanto, es el recurso infalible para combatir esta saturación propia de los estímulos emanados de las redes virtuales en las que nos vemos sumergidos, atrayendo la mirada para decir sin tantas palabras la subjetividad de cada individualidad. El silencio no es sinónimo de vacío, el silencio significa y tiene un propósito; forma parte de estas nuevas manifestaciones de arte porque “El arte existe porque vivimos en la tensión de lo que deseamos y nos falta, lo que quisiéramos nombrar y es contradicho por la sociedad” (García Canclini s.p.).
El silencio reconstituye el espacio perdido generando posibilidades de plantear una corporalidad atravesada y escindida desde dos lenguajes (imagen y texto) que, en su unión, supone una estrategia de composiciones de representación de lo indecible o de aquello que había estado silenciado por los límites de la norma social y surge como una puesta en escena de la subjetividad anclada a esta nueva noción de lo real.
Por Paulette R. Fernández
Referencias bibliográficas
Berardi, Franco “Bifo”. “Meme y crítica en el imperio de la simulación”. 2019.
Fisher, Mark. Realismo capitalista. Buenos Aires: Caja negra, 2014.
García Canclini, Néstor. “Arte y fronteras: De la transgresión a la postautonomía”. Emisférica [Valparaíso, Chile] 2009: https://hemisphericinstitute.org/en/emisferica-71/7-1-essays/arte-y-fronteras-de-la-transgresion-a-la-postautonomia.html
Rancière, Jacques. “Del reparto de lo sensible y de las relaciones que establece entre política y estética”