“Barbara Loden nace en 1932, seis años después que Marilyn Monroe, dos antes que mi madre, el mismo año que Elizabeth Taylor, Delphine Seyrig y Sylvia Plath. Tiene treinta y ocho años cuando dirige Wanda en 1970″. Nathalie Léger nace en 1960, seis años antes que Lucrecia Martel, siete antes que mi madre, el mismo año que Diego Armando Maradona, Ayrton Senna y Julianne Moore. Tiene cincuenta y dos años cuando publica Sobre Barbara Loden en su idioma original, el 2012, publicado en Argentina por la editorial cordobesa Chai el presente año, en traducción de Nathalie Greff-Santamaia y Horacio Maez.

Todo nace a partir de un encargo “Parecía fácil. Solo debía escribir una reseña para una enciclopedia de cine. No se involucre demasiado, me había dicho el editor por teléfono”. Haciendo caso omiso al mandato del editor, Léger se involucra, y mucho, en la vida de la actriz y cineasta Barbara Loden. “Muy a mi pesar, tuve que desistir de redactar la reseña para hacer algo más complejo e intenté durante varios meses reconstruir la vida de Barbara Loden, sobre todo ese momento en el que ella misma intentaba, a partir de la vida de otra, inventar un personaje que fuera lo más parecido posible a ella. Wanda.” Léger abre un juego de dobles que la hará viajar a Estados Unidos en busca de todo rastro de vida de Loden. La búsqueda es exhaustiva, habla con el hijo, con antiguos compañeros de trabajo; peina hemerotecas enteras buscando entrevistas o viejos programas de teatro que la involucren pero nada, sin embargo, parece decir mucho y, así como Wanda en la película, la protagonista parece flotar en una historia de la que no conoce principio ni final.

Léger decide entonces hablar de Wanda, y nos cuenta toda la película en el libro, a través de fragmentos que, si se leen luego de ver la película, pareciera que adquieren aún más texturas que las que tiene el granulado del celuloide, con esa linda predominancia de colores pasteles, como si la hubiese filmado Luigi Ghirri. Pero bueno, ¿de qué trata Wanda que la vuelve tan crucial para contar la historia de Barbara Loden? De “la historia de una mujer sola […] La historia de una mujer que perdió algo importante y no sabe bien qué, hijos, un marido, su vida, quizás algo más pero no sabe qué, una mujer que se separa de su marido, de sus hijos, que los deja pero sin violencia, sin premeditación, incluso quizás sin deseo de dejarlos” que luego “conoce a un hombre, lo sigue, se apega a él aunque la maltrata, quizás porque la maltrata, no sabemos, en todo caso se queda, está ahí, se queda. Bueno. Él planea robar un banco, el cómplice previsto para el robo lo deja plantado, y la obliga, a ella, a reemplazarlo. Pero ese no es el tema. El robo fracasa, él muere. Pero ese no es el tema”.

Justamente, la trama no es el tema, ni de la película ni de este libro, son excusas para algo que va más allá de la performance de la artista o la escritora. Nathalie Léger comienza a sentir que ella misma como persona está muy ligada a Loden y a Wanda. “¿Cómo entender entonces lo que me une a Wanda? No erré sin domicilio, no abandoné ningún hijo, nunca entregué el curso de mi existencia o simplemente el de mis actividades a un hombre, ni siquiera el aspecto más cotidiano de mi vida se lo confié a alguien, me parece” Es que Léger se siente unida a Wanda justamente porque Loden es Wanda. Cuando le preguntaban a Barbara Loden por qué ella actuaba de Wanda respondía “casi apenada, como disculpándose, que solo ella podía hacerlo, que era la mejor para eso. I was the best for it.”. Y así como Loden sintió que nadie más podía hacer de Wanda, Léger siente que nadie más puede escribir la biografía de Loden, la siente tan cerca, tan propia, que le copia la manera de obsesionarse con otra.

“Fui a ver a Frederick Wiseman, el inventor del documental sin entrevistas, sin comentarios, el inventor del documental sin documentación, aquel que hunde lentamente su cámara en un medio hasta que todo el mundo la olvida, le conté sobre las dificultades que se me presentaban para reconstruir la vida de Barbara Loden y él, que no trabaja nunca sobre otra cosa que sobre lo que existe, me dijo apaciblemente: invéntelo, con inventar es suficiente“.

Los medios se acaban, el rastro se vuelve difuso, y Léger tiene que ponerse, obligadamente, a inventar, a esbozar a Loden desde Wanda y a Wanda desde Loden. Además siempre mantiene otro eje de escritura, el de su propia relación con la demanda, primero de escribir una reseña, posteriormente de dar cuenta de una obsesión propia. Algo parecido a lo que Alia Trabucco realiza en Las Homicidas (Lumen), libro en el que investiga a las más famosas homicidas de la historia de Chile y, en parte para darle otra capa al texto, en parte para desahogarse de la carga, escribe una especie de diario análogo a la escritura, una especie de making off del libro que es tan importante como el libro mismo y, por lo tanto, debe disputar el espacio junto a él.

Una de las mejores partes del libro ocurre al analizar la relación que tuvo Loden con Elia Kazan, cineasta sumamente reconocido en su época, que no estuvo exento de polémicas varias, y que, al momento de separarse de su primera esposa y casarse con Loden, escribe un libro llamado El Compromiso que es completamente autoficcional. En el libro hay un personaje llamado Gwen que es básicamente Barbara Loden con otro nombre, lo que causó su enojo con Kazan por exponer su subjetividad disfrazada de ficción. En 1969, dos años después de la publicación del libro, Kazan adapta el libro al cine, y ¡deja afuera a Loden del papel de Gwen, del personaje que ella inspiró! No solo eso, sino que se lo da a Faye Dunaway, que en 1964 había sido el doble de Barbara Loden en After the Fall. No es complicado imaginar las razones del fin de este matrimonio.

“Para evitar las numerosas preguntas que podrían hacerme sobre la relación -susceptible de ser establecida para algunos y aberrante para otros- entre la redacción de una simple reseña y el tamaño de mi investigación, explico a mis interlocutores que estoy buscando documentación para un escritor que sueña con redactar algún día, si tiene tiempo, una biografía definitiva sobre el tema”. Esto dice Léger mientras relata el proceso en que Barbara Loden encontró en el diario la noticia que inspira Wanda, que en realidad se llamó Alma Malone. En estas páginas es donde la santa trinidad de este libro emerge, Léger es a Loden lo que Loden fue a Malone, al mismo tiempo que Léger, escribiéndose a sí misma, intenta un ejercicio parecido al de Loden siendo Wanda: asumir la centralidad de la propia biografía en contacto con el objetivo de investigación y hacer de eso un eje central de la obra, ser una especie de médium de una vida pasada transitando la propia. Nada más alejado de la frialdad, de la neutralidad o la objetividad, del mundo de Kazan o el del editor de Léger, en definitiva, del mundo que tradicionalmente desean los hombres.

“Pero la reseña, la escritura de la reseña, es justamente el rechazo a la coincidencia. Le ruego, hágame una reseña, no un autorretrato, me dijo el editor”. Una reseña, no un autorretrato ¿Por qué autorretrato? Léger y Loden, apellidos cortos que se dicen sin esfuerzo, comienzan a confundirse cada vez más, a pesar de que Léger intenta desmarcarse y tomar conciencia de su simbiosis. “Una mujer hace de otra, interpreta un papel que escribió ella misma basándose en otra mujer (de eso, nos enteramos más tarde), y representa más que un simple papel, no actúa de sí misma sino de una proyección de sí misma en otra, representada por ella pero basada en otra mujer”. Loden en una entrevista dice: “El carácter de Wanda está basado en mi propia vida y en mi personalidad, y también en mi propia manera de comprender la vida de los otros. Cada cosa que creo, la hago a partir de mis propias experiencias. Todo lo que hago, soy yo.” Léger hace de este libro su propia Wanda.

Por Miguel Ángel Gutiérrez

 

 

 

 

Sobre Barbara Loden
Nathalie Léger
Traducción de Nathalie Greff-Santamaria y Horacio Maez
Chai Editora
2021
101 pp.
Más info en https://chaieditora.com/sobrebarbaraloden/

 

 

 

 

 

 

 

 

En el siguiente enlace podrán descargar la película Wanda con subtítulos en español.