Ladro como ladran las perras
con imagen de animal desencantado
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Las perras también sueñan

Recuerdo una perra amarrada a los pies de la cama. Cada vez que la perra entraba en celo, aquel estado invadía con euforia y exaltación el temperamento del animal provocando lo que se conoce como; perra en celo. Aquello se volvía una situación incontrolable y mi madre no tenía más remedio que atarla al camarote donde dormíamos mi hermana y yo. Años más tarde, escuché una de las tantas frases misóginas que aguardaba Pinochet: “Se mata la perra y se acaba la leva”. Escuché otras tantas veces el insulto a distintas mujeres con el calificativo de perra, como otras tantas frases para denostar(nos). Subvertir este concepto ha dado lugar para quienes crean desde diversos frentes, y por cuestionables que se consideren algunos, despedí el 2020 junto con mis amigas bailando y cantando con ironía Que perra mi amiga de La Montra.

El libro Hija de perra de Malú Urriola publicado en 1998, leído el 2017 por quien les escribe; fue una declaración de principios. La percepción sobre el calificativo -de perra(s)- que se nos otorga a las mujeres, no hizo más que fortalecer aquella condición de insulto en resistencia arraigada a la potencia animal-hembra con la cual sorteamos los pasajes de nuestras vidas. O, eso pensé yo al terminar el libro conservando la sentencia con la que cierra sus páginas: “Te juro que esta boca de perra no volverá a ladrar, ni a dar aullidos, ni a mudar la voz, ni a comer de tu mano como la hija de perra que soy”. Entonces, vuelve la imagen de la perra atada a los pies de la cama, las escrituras de poetas-perras que circulan en el avasallador campo de publicaciones, ediciones y sugerencias varoniles con nombres pomposos donde, a menudo, es tan difícil hacerse lugar para transitar.

La primera vez que supe de Maha Vial no fue por un libro o un poema en particular, sino por un video de Youtube (que figura en la plataforma desde hace catorce años) en el que la poeta recita, cual animal-hembra/poeta-perra, un poema a las putas. Cigarro en mano, voz rasposa, lúgubre y envolvente del libro Maldita Perra, publicado el 2004 por Ediciones Kultrún, antologado hoy por Alquimia Ediciones en Lengua Sitiada. Desde aquel video comencé una búsqueda, en las pocas librerías que conocía en ese tiempo, de algún libro que complementara este descubrimiento. La búsqueda no dio resultado, pues yo, sin libro en mano, insistía en que esta poeta, Maha Vial, era y es una de las grandes poetas que este angosto territorio tiene.

Maha Vial muere el 26 de octubre del 2020 y pienso: se muere la perra -pero nunca- se acabará la leva. A inicios del 2021 empieza a circular Lengua Sitiada. La selección de poemas se agota al poco leer, parece demasiado breve y me quedo corta, entonces vuelvo a leer. Me detengo en los poemas de Maldita Perra. Por fin tengo en mis manos una parte de aquel video:

                                   Un perro viejo protegido

                                   por su propia sombra

                                   es un perro protegido por la sombra

                                   Una perra vieja es una perra vieja

                                   protegida por la nada

Quiero saber de perras, hablar-ladrar. No es por la desprotección, es por la insistencia de desatar las correas, el bozal del silencio, que los perros meen su propio lugar mientras nosotras por olfato nos volvemos manada. Nuestras lecturas, la lectura a Maha Vial, no es solo por ojo, también va por olfato, oído, aullido. Esta antología nos da esa posibilidad, nunca tarde pero quizá a destiempo, de transitar por los años de escritura de la poeta. Siempre álgida, siempre lúcida, una lectura que no acaba en el punto final. Sus letras sostienen la performatividad de un escenario animal “femenino” que desestabiliza aquella feminidad impuesta por lo socialmente correcto. Ciertamente, esa desestabilización de lo socialmente correcto, para quienes nacimos a finales de los 90’, se viene desmoronando hace un tiempo. Y ese derrumbe me parece inconcebible sin obras como la de Maha Vial.

Quizás Maha no tuvo intenciones respecto al sitio donde su poesía debiera transitar, como mencioné antes respecto de las dificultades para algunas escrituras. Pero es innegable que en los concursos literarios nunca antes nuestra ausencia se cuestionó, ni la falta de paridad para la selección de textos a publicar en una editorial o revista, fue motivo de interrogantes. Por lo anterior, distintas mujeres se inventaron esos espacios, esos lugares, y a día de hoy lo seguimos haciendo. Pero también debemos ocupar estos otros, donde antes no habíamos sido invitadas ni consideradas, no por mera paridad, sino por perras. Que nuestros susurros decanten en ladridos y que nuestra presencia no vuelva a ser desapercibida.

Maha Vial habitó profundamente Valdivia, el territorio principal que albergó su trabajo y también su deceso. Imagino que su legado también vendrá de allí, que solo por ojo-olfato-oído-aullido logramos dilucidar. Y esta afirmación me provoca otro recuerdo: el Festival de Poesía Joven el verano de 2019: Maraña, que también tuvo una publicación a cargo de Alquimia Ediciones. En las actividades que se llevaron a cabo en distintos lugares de Valparaíso, una poeta, también valdiviana, descolocó cada una de las lecturas con su euforia, con su alarido, tembló el lugar con su presencia escénica. Es sin duda la potencia valdiviana, pensé, si acaso este lugar dotara a las poetas de una animalidad que en Santiago se vuelve inusual. Hablo de Camila Almendra, y su poema Jumper Proleta, que en uno de sus versos declara: “Voy a hacer que el patriarcado de tu cama caiga / para que me veas gritar y no como una dama”. Intuyo que habrá querido decir: para que me veas gritar y como una perra(?). Nunca más supe de ella. Aquella experiencia fue cual video encontrado en Youtube de una performance de Maha Vial y ningún registro más de aquello en mis manos.

Vuelvo a Lengua Sitiada:

Ladro como ladran las perras

                                   como imagen de animal desencantado

                                   y tú no me ves no me ves no me ves

tú quién eres tú

tú caminando perro con dueño

despreciable perro privilegiado

perro macho

en dos patas saltando

haciendo figuritas

tú qué sabes tú

que vaga me dejas

vaguerra vagurra vaguienta

la perra menos que perra vaga

si pudiera encontrar el punto

fijo de la muerte

las perras también sueñan

Vuelvo a la perra atada a los pies de la cama, las perras atadas a tantos pies de distintas camas y a la escritura. Y el brazo de la escritura que no se doma, no se adiestra, no se calma, del que Malú Urriola escribió y así con Maha en algún lugar, y nosotras, perras, que también soñamos y por eso escribimos-aullamos.

 

Por Carla Renata

 

 

 

 

 

 

 

Maha Vial
Lengua Sitiada
2020
Alquimia Ediciones