La tierra, como la hembra mayor mas fervorosa de todos los animalitos de esta tierra
persigue por debajo de la tierra, ella
toda embarradita, la juguetona
subvuela los cordones
toda risueña la niña
corre bajo los toboganes subterráneos
sube las escaleras y se tira; se tira porque está siendo pequeña
toma los peldaños de cada árbol; los pellizca ríe y corre
la fruta cae de sus manos
de tierra toda, recoge y come
persigue, por debajo de la tierra, ella
toda embarradita, la juguetona
La revoltosa Felicidad
la agarra y lleva del cogote
la acaricia, ríe y corre
le toma las manos, las uñas le pinta con su cuerpo
la toma, la deja ahí, la pinta
la tiña y la Santa María
la pinta ríe y corre.

La noche, como la hembra más sensible y pensativa de todos los animalitos de esta tierra
se persigue hacia dentro cuando todos duermen
la noche, silenciosa y reflexiva
deambula toda la noche, ella
toda calladita mueve sus juguetes de aquí para allá
toma unas ramitas, las amarra
son pequeños niños, los palitos
los mueve
los anima
los hace correr, besarse, abrazar
los pone a los palitos en el lugar más oscuro de la noche
la penumbra los abraza
corre, seductora y silente por los arbustos
y los roza a todos
les sonríe su oscuridad
al oído les susurra sus versos más oscuros
ella, toda sollozando
los toma, les besa las hojitas
juntos se quiebran sin retumbe
la noche, como la hembra más sensible, pensativa y amorosa de todos los animalitos de esta tierra
besa
susurra
y extraña
Persiguiéndose toda la noche hacia sí, toda la noche
sus curvas sus pechos
besan
susurran
aman
y extrañan.

 

 

 

 

 

El árbol, como el animal más sereno y bondadoso de todos los animalitos de esta tierra
camina cauteloso el niño, va cauto gritan desde abajo
mira, examina, expele y bota
ramitas
palitos
renace, sus pasos exhala, bota los frutos
dos grandes ramas… las pone tras el tronco y camina
la copa gira, mira, expele y bota
ramitas
palitos
yesca
– leña seca – las toma el campesino

El árbol, sus raíces abrazan la revoltosa mirada de la niñez lanzando lejos los juguetes
sonríe gozoso él
aprieta
abraza
toca
El árbol, como uno de los animales más serenos, cuidadoso y cálido.

 

 

 

 

 

La mar, como la hembra más grande y fuerte de todos los animalitos de esta tierra
roza las superficies de todos los que estamos siendo niños
al columpio sube y balancea
a todos por despiertos mantiene
que todos se persigan hacia dentro de sí en el lugar mismo dentro donde nace l ́agua
la espuma de mar asoma, asusta, ríe y sale corriendo
las olas van con sus manos montaña tras terrosos los montículos
a la niña dándole agüita para que de sed no se nos muera el recuerdo de ser niño.
La mar como la hembra siempre atenta que nunca duerme, la cabra
nunca descansa esta chiquilla
nos toma con manos ambas
nos lanza
nos lanza hacia el viento
nos recibe, nos lanza
nos lanza hacia el cielo.

 

 

 

 

El fuego, como el animal más apacible de todos los animalitos de esta tierra
extiende sus alas, abraza cada nuevo amanecer
persigue él, todo cálido amoroso
va él, todo diligente a buscar palitos
los sopla
los recorre lentamente
su hálito es un enjambre de versos nocturnos
el aliento del fuego, niños todos, es el enjambre de susurros desde las eternidades
él, todo lleno de calor nos pone los recuerdos a tajo abierto
todo tranquilo persigue los palitos
las ramitas
hacia dentro va tocando todas sus fisuras
se zamarrea él, todo sonriente los espasmos pasados
los lanza.
El fuego, como el animal más apacible y nostálgico de todos los animalitos de esta tierra
nos columpia en el movimiento nocturno de las palabras
El fuego nuevo como el animal más apacible, nostálgico y risueño
nos reúne
El fuego nuevo
nos reúne a todos tales
la revoltosa niña
el cauteloso árbol
la grandiosa mar
la sensible noche
y a los dos niños nuevos
a todos nos reúne en la cálida danza del recuerdo de ser niños.

Por Jorge Sandoval Cárcamo

Foto por Felipe Toledo