A través de un acercamiento inicial a la poesía mapuche de finales del siglo XX y principios del XXI, esbozaré un análisis sobre la forma que toma la identidad mapuche en relación con el territorio mediante la palabra escrita.
Con el fin de la dictadura y el principio de la –hasta hoy difusa- democracia, una de las temáticas que comenzó a tomar protagonismo en la política nacional fue la causa mapuche, caracterizada principalmente por el constante maltrato y denigración desde el Estado chileno hacia el pueblo mapuche, y la invisibilización de su reivindicación más importante, el reclamo por las tierras ancestrales que el Estado y las empresas han usurpado desde el siglo XVI.
Al mismo tiempo que el conflicto mapuche alcanzaba la palestra política, los poetas mapuche que empezaron a escribir en época de dictadura comenzaron a publicar su obra, y generaron encuentros, circuitos, y talleres que ayudaron a visibilizar la hasta ese entonces desconocida (para los chilenos) poesía mapuche. De esta manera se hicieron conocidos nombres como Elicura Chihuailaf, Jaime Huenun, Leonel Lienlaf, entre otros que abrieron el camino frondoso que hoy representa la poesía mapuche.
Si se toma en cuenta la relación que tiene el pueblo mapuche con su tierra se entiende perfectamente la imperiosa demanda de devolución de tierras ancestrales, hoy explotadas por empresas privadas con el alero del Estado chileno. La palabra mapuche no indica simplemente la unión de mapu (tierra) con che (gente), sino que además entraña una relación específica entre ambas, el mapuche no es solamente un habitante de la tierra, sino que pertenece a ella, mapuche significa gente de la tierra. Por lo tanto la relación íntima del mapuche con su territorio es muy distinta a la concepción del territorio como un activo económico que sostiene hoy en día el Estado chileno y las empresas privadas multinacionales que explotan los recursos naturales del país.
Para profundizar en la vivencia del mapuche con su territorio es deber comprender cómo este se compone en su cosmovisión. Elicura Chihuailaf explica que existen el wenu mapu (tierra de arriba), nag mapu (tierra del centro), y miñche mapu (tierra de abajo), los cuales están en constante sincronía conformado los 4 lados de la tierra. Héctor Llaitul ayuda a comprender esta compleja simbiosis: “El territorio debe ser visto como un espacio integral en el que estamos relacionados con los demás elementos del entorno natural y espiritual, y nuestros antiguos, como de los ngen mapu, los que en el fondo son considerados vitales, ya que nos otorgan un arraigo con nuestro pasado, con un territorio, con un linaje, con una historia común” Así, el mapuche al relacionarse con el territorio no solo lo hace desde la posición de un sujeto con un objeto, sino que el territorio es también el pueblo mapuche, así, el mapuche al conectar con el territorio también lo hace con su pueblo y sus antepasados.
Los cuatro lados del universo descritos anteriormente también dan cuenta de la espiritualidad del territorio, así el mapuche presente en la nag mapu está constantemente en relación con las deidades del wenu mapu, y con los antepasados presentes en la miñche mapu. De esta manera la experiencia del mapuche y su territorio es integral, y es la principal característica de la identidad mapuche, Héctor Llaitul lo resume así: “Cuando decimos que pertenecemos a una territorialidad específica y que somos parte de los espacios vitales y sagrados, se nos conforma nuestra identidad”.
Respecto a la espiritualidad del mapuche y su territorio, Elicura Chihuailaf señala: “Nuestros Espíritus son las aguas que siguen cantando bajo sus hojas, habitados –como vivimos- por una manera propia de ver el mundo. Con eso vamos por la Tierra” Cada mapuche tiene su propia manera de vivir su espiritualidad respecto al territorio, pero siempre estará condicionado por la forma en la que el pueblo mapuche lo ha hecho históricamente, ya que “los valores espirituales mapuche suben desde el subconsciente colectivo hacia la superficie de la conciencia cultural de cada uno” (Lipschutz, citado en Chihuailaf)
La poesía mapuche, como toda expresión de su pueblo, tiene también un arraigo territorial preponderante. Si bien el pueblo mapuche otorga mayor importancia a la tradición oral que a la escrita, el acto de la escritura y la poesía ha tomado relevancia en los últimos años. Es en este ejercicio de nombrar a través de la palabra donde también el mapuche se apropia de su identidad, haciéndolo de una manera distinta a los poetas convencionales, ya que “La palabra escrita [es usada] no como un mero artificio lingüístico sino como un compromiso en el presente del Sueño y la Memoria.” (Chihuailaf) Entonces para el poeta mapuche “La palabra pone en movimiento al universo, porque surge de él, lo representa pues recoge su dualidad” (Chihuailaf).
A continuación veremos algunos versos de distintos poemas mapuche que reflejan la especial relación con su territorio y cómo este configura su identidad.
Maribel Mora Curriao
Tuwin malen
Porque viento soy y peñasco
y ola blanca y fría que roe las certezas
y perfume de miel y manzano soy
florido y fecundo cielo de luna
y estrellas desperdigadas
en la tierra de los sueños.
María Isabel Lara Mallipán
El agua: su voz, su canto
Hoy escucho la voz del agua en el estero
y susurra como el viento;
su voz es de espera,
su canto la lluvia que se llevan mis palabras
para pronunciar la historia que en mis sueños florece
Identidad
Y si se van tus sueños
y olvidan la palabra de los abuelos tus labios
¿a dónde quedan los hijos de la tierra?
¿a quién enseñamos el silencio de nuestros bosques?
Donde solo florecen nuestros ecos,
donde solo cantan las aves
que conocemos desde tanto tiempo
Podemos ir lejos de nuestros montes,
ir lejos de nuestras vertientes,
para volver, hermano,
para volver.
Porque aquí está nuestra tierra,
porque aquí está nuestra gente.
Carlos Levi Reñinao
Señales
Son las letras de esta tierra
Guerrera.
Y tus lágrimas son lágrimas de
Mis ojos,
Y el rocío húmedo de nuestra
Infancia
Me recuerda el hielo, el fuego y
El viento
Que son el sueño de la vida.
Jacqueline Caniguán
Mongen
He respirado
aire sagrado de mi tierra;
he soñado
en la cascada pura y perdida;
he caminado
en el sitio de bailes antiguos
He vivido en estas horas
todos los días de mi vida.
Decisión
Voy camino
A la poblada montaña
La de espíritus palpables
Que quiero ver
Y no conozco
Vicente Cifuentes
Semilla
Las rocas
llevan impresas
los labios de la luna
y los pasos del agua
hablan en el viento
humedeciendo el respiro
de los vivos en el sueño
Leonel Lienlaf
Le sacaron la piel
Escondámonos debajo de la montaña
y que se vaya nuestro espíritu
a dormir sobre la tierra
y que sobre las estrellas
se duerma todo este campo.
En estos poemas correspondientes a distintos autores, de distintas generaciones, podemos apreciar cómo la identidad mapuche se configura en torno a su territorio de manera armónica, cómo también en su conexión a la tierra encuentra a sus divinidades y antepasados. Pero este es el caso de los poetas mapuche que están presentes en su territorio, ¿Qué pasa cuando el mapuche se aleja de su tierra?. Para Héctor Llaitul “cuando hay un espacio territorial cercenado, usurpado o sin memoria, hay desequilibrios, enfermedades y desarraigo”. Estar lejos de su tierra causa en el mapuche sentimientos muy distintos a los expresados en los poemas anteriores:
David Aniñir
+Poesía –Policía
mejor un pewma a esta ciudad
donde sus cerros enmascaran bulliciosos y gritones volcanes
que algún día llorarán sangre
excremento y lágrimas
Mapurbe
Somos mapuche de hormigón
debajo del asfalto duerme nuestra madre
explotada por un cabrón
Jaime Huenún
Puerto Trakl
La muerte y el tiempo son aquí extranjeros;
como el cambiante oleaje, nunca dejan huella.
Otra tierra ha de hallarse mejor que esta colina,
mejor que esta bahía donde muere la luz.
Otra tierra ha de hallarse donde el pan sepa a pan
y no a sudor de hombres sin patria y
sin destino
Jacqueline Caniguán
Desde aquí
Newén lafkén,
te extraño
aquí perdida en la ciudad wingka
donde tu voz no escucho
Estar lejos de su tierra, como podemos apreciar en estos poemas, causa sensaciones radicalmente distintas en el mapuche, lo que no es más que otro reflejo de su relación simbiótica con el territorio, y la manera en que su identidad se configura en torno a él.
Respecto a los mapuchemas –neologismo que combina mapuche y poema- de David Aniñir, poeta mapuche nacido en Santiago, que combina elementos de la cosmovisión mapuche con la cotidianidad santiaguina, bajo el concepto poético-estético de Mapurbe, José Ancan dirá: “los mapuchemas ya no pretenden evocar el paraíso perdido o demasiado lejando de la identidad campesina, que sin embargo continúa siendo la matriz de la identidad mapuche. No son la vertiente diáfana ni el espíritu antiguo del bosque húmedamente silencioso del sur. Son versos que desafían cara a cara lo étnicamente correcto para evocar” Es decir, es en esta realidad específica de estar fuera del territorio mapuche, pero a la vez en su ciudad natal (Santiago), donde se configura una manera distinta de vivir la poesía, poniendo en juego una identidad en tránsito, a medio camino del wallmapu y la ciudad wingka, así se configura mapurbe. Aún así Aniñir deja entrever que por más mapurbe que sea, sigue siendo parte de la tradición de un pueblo:
Poesía a lo que escribo
Resulta que soy de un mundo antiguo
donde las estrellas ardían de luz en el cielo
como llamas
y los volcanes en erosión besaban con su fuego las nubes,
al llover luz y fuego crecieron las flores
y la tierra fue un jardín
En este sentido para Aniñir la poesía se configura a la vez como tributo y testimonio con su pueblo y su individualidad, es el modo que tiene de reflejar su realidad mapuche en la mierdópolis, es una reconciliación con su historia:
Amante poesía
porque tu belleza es el misterio que la orfandad de la
tierra anhela
Otra relación significativa que existe entre poesía y territorio es la que refleja la poeta Adriana Paredes Pinda en Memorias, sugiere que incluso es la tierra quien habla a través de su poesía, siendo ella solo un canal por donde pasa la palabra al papel en una simbiosis absoluta:
Memorias
Me fueron dadas las palabras
como volcán que arde y sangra. Memoria
de alfabetos no aprendidos.
Desovaron los pezones del tiempo,
fértiles fueron las tierras hasta el amanecer
cuando supe
que no era mi mano la escritura.
El hermoso poema anterior, que relata la despersonificación de la poeta frente al territorio, deja entrever de la manera más pura cómo el mapuche pertenece a la tierra, no importando donde viva, donde crezca, como ilustra esta cita de Elicura Chihuailaf en Recado Confidencial: “El caminar diario en el territorio de nuestra gente, me digo, tiene que ver con los pasos del viento, pero también con los del más pequeño insecto. Con la mirada del cóndor en alto vuelo, más también con la oruga. Con el grito de ríos torrentosos, pero también con el silencio de los lagos. Con la prestancia del huemul más también con la humildad del pudú. ¿Puede el bosque renegar del avellano solitario? ¿Puede la piedra solitaria renegar de su cantera?” ¿Puede la poesía mapuche renegar de su íntima relación con el territorio?.
Por Miguel Ángel Gutiérrez.
Bibliografía
Aniñir, David. (2007) Mapurbe. Editorial Pehuén
Chihuailaf, Elicura. (1999) Recado confidencial a los chilenos. LOM Ediciones
Huenún, Jaime. (2003) 20 poetas mapuche contemporáneos. LOM Ediciones
Huenún, Jaime. (2001) Puerto Trakl. LOM Ediciones
Llaitul, Héctor & Arrate, Jorge. (2012) Weichan. Ceibo Ediciones.