A ella sólo le vemos el rostro. En un principio, no vemos más que eso. Mirada restringida. Sentidos abstraídos, condicionados. Su rostro es pálido, reluciente, brilla. Brilla, prácticamente. Se advierte un extraño fulgor, intermitente, en su perfil casi perfectamente delineado, atravesado por la luz del sol que ya se empieza