Unos meses antes de comenzar la pandemia me llegó un libro de un autor que desconocía. El libro contaba en modo de crónica, de diario de viaje, la historia de un hombre que se iba a vivir durante seis meses a una cabaña junto al lago Baikal, en Siberia. Iba a pasar desde el invierno hasta la llegada del verano allí. Solo, con algunos libros y algunas botellas que lo acompañarían. La experiencia de Sylvain Tesson, el escritor y aventurero francés, me interesó muchísimo por la forma de pensar la relación con la naturaleza, por la forma de pensar la idea del viaje y del confinamiento. El viaje lo hizo en 2010. El libro se llama La vida simple.

Hay algo que dice Tesson en ese libro que lo pienso en estrecha relación con La vuelta al perro de Cynthia Rimsky. Tesson recorrió el mundo en moto, subió al Himalaya, escaló catedrales, se cayó y (para decirlo en chileno) se sacó la cresta. Ahora en esta vivencia en Siberia después de tanto explorar el mundo propone viajar pero quedándose quieto. Es decir, explorar la aventura del arraigo.

Todos quienes conocemos la obra de Cynthia sabemos que tiene al viaje como gran tema, el cruce entre crónica y ficción. En su libro anterior, La revolución a dedo, hace allí la reconstrucción de un viaje. A partir del recuerdo y de testimonios vuelve a un viaje de los ochenta a Nicaragua, un viaje atravesado por una revolución posible. La revolución a dedo me parece un gran antecedente de La vuelta al perro: porque en La revolución a dedo se evoca y reconstruye un viaje vivido.

La vuelta al perro es, entonces, siguiendo la idea de Tesson, la exploración de un arraigo posible. Un terreno en el medio de la pampa, un viaje sin moverse tan lejos. Descubriendo el universo en los detalles, en la inmensidad de los hormigueros que se camuflan entre las hojas secas. La complejidad de las bombas de agua y las napas, esa figura mitológica que se nombra y no se ve y de la que solo tenemos referencias por la llegada, a veces, del agua.

Cynthia cuenta esta aventura del arraigo en un contexto de pandemia y aislamiento. Allí se despliega una fauna pueblerina notable: los vecinos, el campo de Machi, las gitanas, el escritor frustrado, el sodero. Pero además se despliega un paisaje que insiste en ser nombrado: el camino de tierra, las calles, el avance del monocultivo, el negocio del loteo. Viajar de noche en moto por un camino rural. Los bichos, sapos, pájaros. Y los fantasmas de la pampa, inevitables.

Pero también en este libro hay, entrelazado con las fotos difuminadas de María Aramburu, una reflexión constante sobre el proceso de escritura, sobre la manera en que mira una autora y sobre sus condiciones de producción. En el capítulo final, que me parece una pieza bellísima, se cuenta la espera de una tormenta y la historia de esa tormenta. Para llegar a una idea en el cierre del libro que condensa, creo, una propuesta estética de Cynthia. Dice: “Lo que distingue esta tormenta de las demás es que existe la posibilidad de repensar la pregunta por la historia que se va a contar”.

En el verano que pasó, apareció en la revista Santiago una nota de Cynthia sobre Aira. Es un viaje en verdad, literario y real, hacia el almacén el Ombú. Hay un momento de la nota que me interesa citar: “Desde que compré la moto y descubrí la existencia de estos caminos interiores que difícilmente aparecen en los mapas, vengo preguntándome por la libertad con la que Aira inventa a los y las mapuches, al ejército, a los funcionarios del estado, a los inmigrantes, a los viajeros europeos que vinieron a construir el tren o a estudiar la naturaleza en los siglos XVIII y XIX”.

La pampa aparece así como un laberinto de caminos desconocidos, llenos de posibilidades. “Hay días donde necesito ir más lejos”, escribe Cynthia. La pampa como un reflejo, no del mar, sino de la imaginación. La posibilidad de repensar las preguntas por la historia que se va a contar. O como concluye en el artículo de la revista Santiago: hacer una relectura para inventar. Esa propuesta, hacer una relectura para inventar, ruge con fuerza en este hermoso libro, como ruge el motor Villa, insistente, buscando agua.

Por Hernán Ronsino

 

Sobre

La vuelta al perro
Cynthia Rimsky
Tenemos las máquinas
2022
126 pp.
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