Asfixia

 

Respiro

y en cada hueco de mi cuerpo escapa la vida

cada suspiro envejece la sombra fulgente

levedad opaca de un aire que se apaga.

Respiro

veo a la muerte entrar en cada soplo

diciendo verdades con su lengua mentirosa

dibujando tierra y fuego sobre mi carne.

Respiro

abrigo al cielo inalcanzable entre las manos

mis dedos encierran y sueltan la calma

dormita el grito en tu infierno plácido.

Respiro

la sangre virgen se pudre en el agua

despojo de un peligro calcinante

sin tiempo, agotado en mi herida.

 

Cristales

 

Me devora el silencio

 

la inutilidad de la sílaba

aislada

golpea contra el espejo

 

desborda inconcluso mi retrato

la sombra que muerde su reflejo

dibujando espirales con el cuerpo

desde la ciénaga del hambre.

 

Diáspora

 

La palabra se vuelve espuma

y la lluvia nos empuja

al abismo del abismo.

Orilla de la orilla

donde somos chamuscados

yo

nosotros

nuestros pasos

y nuestro nombre mutilado.

 

Distancia

 

Ayer

mis dedos olvidaron aferrarte.

Era de noche y la espuma

ocultó brava su cuerpo

se borró entera la ribera

en mis ojos animales.

 

Hoy

yace dormido el cielo. ¡Arde!

sangra la memoria abandonada

desde las ruinas del tiempo.

 

Delirio de espinas

 

Anochece,

sin nostalgias, el calor de tu mirada

la sombra se vuelve cielo. Esperas

en lo hondo del olvido el momento

el encuentro indómito con el espejo

del ayer,

resiste tu abismo el cuerpo

sinfónica agonía de la memoria

 

Hoy

tu piel es un recuerdo lejano

no hay nada de vos en la carne

el suave dedo es una garra

la lengua una lanza

Hoy

el exilio caníbal del tiempo

desfigura sus ojos tiesos

los confines reverberan

tu sangre habita la bestia.

 

Amanece,

sin guarida, el averno de la fe

el mundo es fantasmal y calla. Lejano

en el borde del silencio el horror

reminiscencia de tu reflejo salvaje.

 

Por Malén De Felice

Fotografía de Fan Ho “Portrait of Hong Kong” 1950.